Desde el desayuno, dicen las abuelas, se sabe cómo será el almuerzo. Y no hay frase que más encaje a la perfección con lo sucedido con el árbitro Carlos Betancur, que fue el gran responsable, si se quiere, de Atlético Nacional —con inferioridad numérica— saliera vivo del Murillo Toro, tras los primeros 90 minutos de la final de la Liga BetPlay 2 2024, que dejó como saldo en el marcador un 1-1 en la pizarra.
Betancur, al que le tocó —porque no había de otra— expulsar al volante ibaguereño al servicio del ‘verde’, Sebastián Guzmán, por doble amonestación, tras una temeraria falta sobre el lateral Junior Alexis Hernández, se dejó manejar las acciones del compromiso por el arquero David Ospina: justo cuando más apretaba la ‘tribu’ y estaba encima de su rival, que apeló a estrategias de clubes menores.
A Carlos Betancur David Ospina le manejó el partido ante Deportes Tolima
En efecto, el experimentado golero mundialista fue uno de los que más quemó tiempo en el gramado del ‘Coloso de la 37’, con la complacencia del discutido juez, al que le faltó capacidad para administrar un juego de semejante envergadura. En cada saque de meta o despeje, el portero que pasó por grandes clubes del mundo utilizó ‘mañas’ que suelen verse en guardametas de clubes de segunda división para sumar.
Y, del mismo modo, sucedió en los cambios: un claro ejemplo, el del volante uruguayo Pablo Daniel Ceppelini: al que tuvieron que retirar empujado del gramado, pues hizo todo lo que estuvo a su alcance para retrasar su salida, a los 65', cuando fue sustituido por Joan Castro. El silbato vallecaucano, que había perjudicado al ‘verdolaga’ en los cuadrangulares, habría encontrado en este encuentro la compensación.
Tan deficiente fue la labor del silbato, que de los cinco minutos que adicionó en el periodo complementario solo se jugaron dos, pues los tres restantes se fueron en una acalorada discusión entre los cuerpos técnicos: entre David González y Efraín Juárez, y entre Alfredo Morelos y el timonel de los ‘musicales’, que pecó por estar en una zona prohibida, así como lo hizo su colega, y hablarle al rival.
En síntesis, Betancur quedó en deuda con el espectáculo y ratificó que las críticas hacia su reciente trabajo no eran gratuitas. Con ello, lo que pudo ser un mejor trámite se convirtió en un escenario de disputa constante, por cuenta de un juez que, entre otras, decidió castigar con amonestaciones a jugadores del local por protestas sus decisiones; pero no de la misma manera a quienes actuaron deliberadamente.