Los graves hechos ocurridos en el estadio Manuel Murillo Toro el miércoles 31 de enero, en el juego entre Deportes Tolima y América de Cali, cuando hinchas del equipo vallecaucano burlaron el esquema de seguridad dispuesto por la Alcaldía de Ibagué y el club local y agredieron en las tribunas del costado Nororiental a los hinchas del ‘Vinotinto y Oro’, causaron una fuerte crítica sobre las autoridades locales.
Uno de los principales señalados es el secretario de Gobierno, Edward Amaya Márquez, que había anunciado el cierre de fronteras y la prohibición del ingreso de los aficionados foráneos a las tribunas del ‘Coloso de la 37’. Sin embargo, de forma inexplicable, un puñado de seguidores del conjunto ‘escarlata’ estuvo en el máximo escenario deportivo de la ciudad y protagonizó serios desmanes en contra del juego.
Durante una sesión el sábado 3 de febrero en el Concejo de Ibagué, en la que funcionario quiso entregar sus explicaciones sobre lo acontecido en el escenario, justo en la víspera del juego frente a Millonarios (6:00 p. m.), por la cuarta fecha de la Liga BetPlay 1 2024, Amaya emitió unas declaraciones que se entendieron como una “lavada de manos” ante su gran responsabilidad con el espectáculo deportivo.
En primer lugar, Amaya, que además es presidente de la Comisión Local para la Seguridad, Comodidad y Convivencia en el Fútbol, explicó las medidas que se tomaron para el choque ante los ‘Embajadores’: cierre de fronteras en la ciudad a los hinchas visitantes, ley seca en los alrededores del estadio y la que sin duda ha causado más polémica: la suspensión de venta de boletería digital para la tribuna Norte.
Edward Amaya se “lavó las manos” con la seguridad del Murillo Toro
Además, reveló que en todas las puertas se hará uso de detector de metales, en pro de que no se registren lesiones con armas blancas, como ocurrió en el choque frente a los americanos a las afueras del Murillo Toro y se dispondrán más de 450 efectivos policiales para garantizar la seguridad. Pero aun así, el funcionario señaló que no es su responsabilidad si las medidas dispuestas no dan los resultados debidos.
"Nosotros tratamos de tomar todas las medidas, en el partido pasado fueron 608 policías (...) Siempre, ese tema del estadio, le voy a decir, pasa por algo: por la falta de un trabajo social con los miembros de las barras. Yo ya me reuní con los líderes en el despacho y quedaron de invitarme al sitio en que se reúnen (la Revolución Vinotinto Sur). Necesitamos ganarnos la confianza de esos muchachos”, dijo Amaya.
Según Amaya, le dijeron algunos hinchas que si alguien tiene una camiseta que no es de su equipo, “merece morir”. Y, acto seguido, culpó a la sociedad a los hechos que se presentan en el escenario, pese a que en el choque frente al América no se cumplieron a cabalidad las restricciones que él mismo dio a conocer, como la prohibición de espectadores visitantes en las instalaciones del Murillo Toro.
“Tomamos todas las medidas, pero no les puedo asegurar que hoy (sábado) no pase nada. Así son las cosas. Mientras no hagamos un trabajo con las barras y empezar con las de casa, no vamos a empezar a solucionar el problema, que es de falta de tolerancia”, finalizó el secretario de Gobierno, que respondió así a los interrogantes del concejal Andrés Zambrano, que le recriminó por acciones concretas.
Lo cierto es que todas las miradas están puestas en la gestión del secretario Amaya en esta nueva cita en el ‘Coloso’, ante un equipo considerado clase A, que amerita un plan logístico especial. Aunque se criticó, por parte de algunos hinchas, el cierre de fronteras, toda vez que facilitaría que los aficionados rivales no pudieran ser controlados en un espacio cerrado y se filtraran a las localidades del dueño de casa.
Así como el papel del cuestionado jefe de logística del Deportes Tolima, Carl Robert Bernoske, que frente a los ‘escarlatas’ protagonizó una bochornosa escena: cuando los propios fanáticos del ‘Vinotinto’ le reclamaron por su trabajo al frente del operativo, con duros señalamientos que quedaron registrados en video y que, además, lo vieron comprometido con la incapacidad de controlar las agresiones visitantes.