Conmoción causó en el país futbolero la muerte este jueves de Juan Carlos Restrepo: quien no solo fue el padrastro de crianza del volante James Rodríguez, sino que en sus últimos años buscó impulsar, a través de diferentes vías, el talento de los futbolistas tolimenses. Alguno de ellos con proyección en el exterior, más allá de que no pudo hacer realidad su más grande sueño: tener su equipo en el FPC.
Juan Carlos, con el visto bueno del jugador del Real Madrid y otros empresarios, compró a finales del 2015 la 'ficha' del Real Sincelejo: desaparecido club del rentado nacional que estaba en litigio jurídico, con la firme intención de exigir su regreso al Torneo de Ascenso. A través de diferentes fallos judiciales, la ley lo amparó para que fuera restituido a esta categoría, pero al final no se dio.
Una dura lucha
Desde noviembre de 2015, cuando se conoció el ambicioso proyecto deportivo del dirigente, que causó revuelo en los medios debido a la forma en que el empresario irrumpió en la asamblea de la Dimayor exigiendo sus derechos, los cuales les dio la justicia colombiana, el fallecido empresario dio de qué hablar. Sin embargo, pudo más la 'cofradía' del ente rector, que le negó sus pretenciones.
Y es que como lo dijo por esa época el presidente de la entidad rectora, Jorge Fernando Perdomo, la Dimayor es de índole privado, a la cual se accede, palabras más, palabras menos, por invitación. Por tal motivo, Restrepo y su idea amparada en los tribunales recibieron un rápido 'portazo', que dejó sin piso la opción de volver a tener un segundo club en la 'Tierra Firme', como sucedió con Cooperamos.
"La Dimayor es una cofradía, sin que ello represente que seamos una estructura mafiosa. Somos un club que está en la libertad de aceptar o no a un miembro (…) Lo que él no puede pretender es obligar a la Dimayor a que su voluntad se haga", dijo Perdomo, quien en junio de 2018 se fue por la puerta de atrás de la institución, no sin antes convertirse en el principal 'escollo' del 'Pijao'.
Perdomo argumentó su decisión en que hasta 2006 el Torneo de Ascenso fue de carácter invitacional y su presencia no estaba ligada por méritos deportivos o la adquisición de derechos de participación. Así le fue minando el camino a Restrepo, a quien le negó el aval para competir en franca lid. Incluso no dudó en poner entredicho sus intenciones, pese a que la ley estuvo de su lado, como lo demostró.
La ficha del Real Sincelejo, según comprobó el tribunal de la capital de Sucre, trató de ser vendida de manera ilegal por Édgar Rafael Paternina Rebollo, quien fuera presidente del club de la costa en 2004, y que la tranzó con dirigentes del Deportivo Pereira; sin pedirle permiso a los demás socios. Y después con Gustavo Moreno Arango, del Dépor, que a hoy juega bajo el nombre de Atlético F.C.
"Las cosas tienen que quedar claras en la Dimayor. Nosotros creemos que somos integrantes del fútbol profesional, bajo la figura jurídica de Real Sincelejo, que fue lo que decidió la justicia. Creemos que somos los poseedores de la composición accionaria al haberlo comprado, al igual que el establecimiento de comercio", le dijo por esa época Restrepo a El Rincón del Vinotinto.
Al final, la transacción hecha con Moreno fue reversada por la justicia. Esta decisión la intentó hacer cumplir el tolimense con recursos ante la Corte Suprema de Justicia y el Ministerio del Deporte; pero su anhelo de competir con el Tolima Real en el certamen de la B se quedó en veremos, y la inversión que tenía prevista se convirtió en una gran deuda, cercana a los 2.500 millones de pesos.
"Di una cuota inicial y la idea era que el equipo ayudara a pagarse. Pero tuve que renegociar la deuda, debo más de 2.500 millones y no he podido poner a jugar al Real Sincelejo", comentó Juan Carlos al periódico El Tiempo. La ficha que valía 6.000 millones no alcanzó a pagarse, pues la intención era que el club, ya en el certamen rentado, fuera autosostenible; lo que al final no sucedió.
Estuvo en riesgo
Incluso, Restrepo alegó recibir amenazas de muerte por querer impulsar su proyecto, pese a una dura batalla jurídica que no se vio recompensada como lo deseo. Como era de esperarse, el club que tuvo grandes aspiraciones y en el que entrenaron figuras del balompié rentado, entre ellas el segundo goleador histórico del Deportes Tolima, Jhon Jairo Charria, perdió el impulso que había ganado.
Jugadores como Sebastián Guzmán, quien militó en Once Caldas y ahora está en el fútbol de Portugal, o Andrés Mauricio Alarcón, quien se abre paso por Argentinos Juniors de Argentina, recordarán los esfuerzos que hizo Restrepo por permitirles surgir en un ambiente tan competitivo. Como en su momento lo hizo con James, con el que estuvo durante su proceso en Envigado F.C.