Por: Mario Alejandro Rodríguez
El destino y el fútbol fueron -a decir verdad- bastante crueles con Deportes Tolima. No de otra forma se explica que en la misma plaza en donde había sentenciado su más reciente eliminación en la Liga, el 'Vinotinto y Oro' haya consumado en la noche del sábado un nuevo fracaso en la competición, de la mano de un entrenador que no aceptó 'salvavidas' y murió en su 'ley': Hernán Torres Oliveros.
Los 'Pijaos', después de cinco años, cuatro meses y seis días, aun teniendo su nómina más costosa de las últimas dos décadas, volvieron a confirmar una nueva eliminación en el torneo de Primera División, ante el mismo rival y estratega: el Deportivo Pasto de otro ibaguereño, José Flabio Torres Sierra, que se quedó con el triunfo (2-1) en juego de la fecha 16 del certamen del segundo semestre.
Desde aquel 14 de mayo de 2017, cuando un gol del delantero Santiago Tréllez ratificaba el revés del entonces equipo comandado por Óscar Héctor Quintabani, los 'Musicales' no solo no perdían en el césped del estadio Libertad, sino que no decían adiós de forma prematura en el torneo. En aquella época, este naufragio fue la cuota inicial para la destitución del estratega, quien terminó yéndose.
Sin embargo, para Torres -el mismo que llevó al equipo a tres finales consecutivas de Liga, de las cuales ganó una y perdió dos en casa- el apoyo es absoluto. Pese a que en el segundo semestre, por un cúmulo de situaciones, tanto internas como externas, apenas ha sumado 16 puntos de 48 posibles, para un decepcionante 33,3%; en contraste con el primer torneo del año, que 'cabalgó' sin problemas.
En esta oportunidad, los 'verdugos' encargados de sellar el 'papelón' de la 'tribu' fueron el delantero Jeison Medina y un hombre poco valorado en su momento en Ibagué, quien justamente en ese 2017-1 hacía parte de la 'tribu': el volante César Quintero. Como si este amargo desenlace estuviera escrito de antemano, fue en tierras del Galeras en donde el ciclo volvió a repetirse para mal.
El 'Vinotinto y Oro', que arrastraba un récord de ser -junto a Junior- el equipo con más presencias en línea en el último tiempo, con nueve clasificaciones, una tras otra, se convirtió en un convidado de piedra y verá la fiesta de los otros por la televisión. No por las injusticias del FPC, que en sí existen, sino porque desde la interna se empeñaron en un proceso de autodestrucción que no tuvo reversa.
Para un club en el que se volvió obligación estar siempre en el grupo de los ocho, que no en vano tenía 29 tiquetes a las instancias definitivas de 40 en disputa, únicamente superado por Atlético Nacional, verse al margen de los cuadrangulares no deja de ser doloroso. Y muestra del gran descalabro a nivel económico que esto representa, no solo en taquillas sino en diferentes incentivos por logros.
En el caso de Torres Oliveros, a quien los planteles después de un tiempo suelen 'sacarle la mano', este es nuevo fracaso con el club de sus amores, comparable a los de 2011-2, cuando se tuvo que ir tras quedar eliminado antes de los 'Play Offs'; o el de 2008-1, en el que terminó en el último lugar del tablero de posiciones, y con una humillación a cuestas, la del 7-2 frente al Boyacá Chicó en Tunja.
Desde ese 26 de junio pasado, cuando dejó escapar en casa la opción de darle una nueva y contundente alegría a su parcial, Torres Oliveros no es el mismo. Y al sonoro batacazo en la Liga 2 2022, también habrá que sumarle la eliminación en cuartos de final de la Copa BetPlay 2022, cuando el club venía de tres semifinales al hilo, y la vergüenza del 7-1 en contra ante Flamengo, en la 'Gloria Eterna'.
Foto: Dimayor