Uno de los hombres que mejor supo retratar en palabras la carrera del argentino Enrique Óscar Ferrari Lottito con Deportes Tolima, ha sido el escritor ibaguereño Camilo Pérez Salamanca, quien en una de sus producciones literarias le dedicó el texto 'Ferrari, el mariscal de la zaga tolmense'.
Pérez Salamanca, uno de los cronistas más importantes de la región, contó desde su 'pluma' su relación con su ídolo y amigo, con quien acostumbraba a tertuliar en varios de los reconocidos cafés del centro de Ibagué. Y al cual supo apreciar en el campo de juego.
En su texto, Pérez recordó la llegada de Ferrari a suelo ibaguereño. Toda una odisea que comenzó en Buenos Aires, cuando Juan 'El Andarín' Barbieri lo convenció a él y a cuatro más, entre ellos su entrañable amigo Óscar Jamardo, a cruzar fronteras por una pasión llamada fútbol.
El viaje
"Tenía unos deseos infinitos por conquistar el mundo. Los sueños dispersos en su cabeza empezó a recogerlos y a empacarlos en una maleta (...) El 2 de marzo de 1955 volaron en una aerolínea argentina, en un itinerario Buenos Aires - Cali Enrique Ferrari Lotitto, José Oscar Jamardo, Carlos Robelle, Jorge Ariel Gandulfo, Enrique Laino y Juan Barbieri.
"El 3 de marzo los seis argentinos salieron hacia Ibagué por una carretera destapada, donde lodo y polvo enrarecían el viaje. Laino y Robelle le decían al Valle, pampa y Enrique observaba esa llanura verde sembrada en caña o cubierta de ganados vigilados por garzas de vuelo encantador.
"A las 12 del día terminaron de almorzar en Armenia y reanudaron la marcha. 'Che, vamos a llegar a Ibagué con el culo chato', dijo Laino que era el más bromista. Jamardo corrigió, 'con la raya borrada'. Ferrari miraba las alturas asustado, porque hasta ahora no tenía interiorizado cómo eran las cordilleras", reseñó Pérez Salamanca.
"A las 2:30 de la tarde llegaron a Cajamarca (...) Una comitiva con el mejor carro del cuerpo de bomberos de entonces los esperaba en el poblado fundado por monseñor Ismael Perdomo.
"El presidente del naciente Deportes Tolima, Manuel Rubio Chávez; Jorge Castillo, Humberto González, Jorge Viña Calderón, Humberto Rodríguez Jaramillo, Luis García, Adriano Tribín Piedrahita, el alcalde Capitán Alberto Mesa Delgadillo, encabezaban la delegación", continuó.
Su llegada
"Los recibieron con banda y voladores, los vivas que hasta entonces habían sido para Jorge Eliécer Gaitán y Laureano Gómez o para Gustavo Rojas Pinilla y César Cuéllar Velandia, fueron para aquellos argentinos que algunos parroquianos llamaban 'místeres'. El alcalde de Cajamarca los saludó con 'Good Bye' y decía 'Qué querer'".
Pérez, además, contó cómo fueron los primeros días de Ferrari y sus compañeros en la capital tolimense. Según sus recuerdos, tanto Enrique como sus compañeros aparecían más en las páginas sociales de los diarios Tribuna y El Mundo que en las deportivas.
"La Carrera Tercera se convirtió en un pequeño río humano y nadie se acordó que en el Tolima se mataba por ser Liberal o por Conservador.
"El Hotel Lusitania de don Plutarco Arteaga los recibió como huéspedes de honor. Los hospedaron en las alcobas y camas donde durmieron Alfonso López Pumarejo, Jorge Eliécer Gaitán, Laureano Gómez, Mariano Ospina Pérez y Gustavo Rojas Pinilla", escribió.
De acuerdo con el relato del respetado cronista, en ese mismo año los dos futbolistas que más partidos jugaron en el equipo fueron Ferrari y Gandulfo. "Mientras que el jugador que más goles hizo por el equipo de Ibagué fue el paraguayo Casimiro Ábalos", refirió.
Lo curioso
Algo que pocos recuerdan del que fuera defensor del 'Vinotinto y Oro', fue su paso por Atlético Nacional. "A Ferrari lo prestó Tolima al Atlético Nacional durante cinco partidos para un cuadrangular internacional que integraban los dos equipos de Medellín y dos de la Argentina", reseñó Pérez.
También cuando fue docente en la Universidad del Tolima. "De entrenador de los equipos de la mayor casa académica de la región Ferrari dio el salto a las oficinas de Bienestar Universitario del Alma Mater, donde los muchachos le decían profe y él les respondía 'pibes', con una sonrisa de ternura y de mamador de gallo", precisó.
Fue allí, en el predio de Santa Helena, en donde el escritor se hizo amigo del 'gaucho'. "Quien escribe esta nota tomó muchas veces café amargo con Ferrari en el Parque Ducuara y aún toma en el Granito de Oro de la tercera.
"Una vez me dijo que era nacional colombiano sin haber renunciado a su nacionalidad argentina. Me contó también la historia de su segundo apellido, que solo lo pudo incorporar a su nombre muchos años después de haber venido de su patria, debido a esas leguleyadas jurídicas que envuelve la cultura latinoamericana".
Tomado de: Por las calles de Papelonga