La noche más amarga de todas



La noche más amarga de todas





Por: Mario Alejandro Rodríguez

Ocho horas de viaje en un trayecto que normalmente se hace en tres y media, sólo para ver los últimos 45 minutos. Cinco más de regreso, pero ya con el corazón destrozado, sin aliento, sin fuerzas, sin nada. Así podría resumir esta final que pasó de ser un lindo sueño a la más espeluznante de las pesadillas. Al más lánguido de los cumpleaños.

Quienes estuvimos en carretera cuando el juez dio el pitazo inicial, con la impotencia de encontrarnos aún a kilómetros de nuestro destino, quienes miramos de forma desesperada el reloj en búsqueda de un milagro, como aquel diciembre de 2010, podemos decir con certeza el dolor tan grande que causó la derrota del 'Pijao' en El Campín.

Podemos contar cómo, en medio del llanto, tratamos de encontrar consuelo en nuestras esposas, novias, padres, hermanos y amigos, quienes a la distancia también vivieron una nueva desilusión. Cómo nuestra garganta se desgarró en emoción en pro de darle ánimo a los jugadores, pero en la cancha no hubo respuesta.

Sí, para algunos es solo un partido de fútbol, pero para nosotros, quienes esperamos seis años por una oportunidad así, lo era todo. Era la dicha de ver -por fin- la estrella bordada en el escudo, como nos lo propusimos ese mismo 21 de diciembre de 2003, cuando el ayuno de 49 años sin alegrías se rompió.

Pero después de 13 años, de tres duros golpes al mentón -término boxístico- las palabras faltan para tratar de explicar lo increíble. No hay mente que encuentre una razón lógica a tanta desdicha e intente plasmarlo en palabras. O al menos la mía no.

Dicen que ser hincha del Deportes Tolima, es estar expuesto, una y otra vez, a sufrir. Y es cierto. Nada nos fue gratis, nada nos fue fácil. La suerte de los penales ante Patriotas y Bucaramanga, la gracia de San Expedito que iluminó a nuestro 'San Joel' no nos acompañó en esta ocasión. Y quisimos, aún en caliente, retroceder la 'película' y ver en qué fallamos. No lo logramos.

No hay nada que reprochar. "Después de la guerra todos son generales", dicen en la calle. Lo que sí es cierto, es que quedó la sensación de que el rival que tuvo al frente nuestra divisa hizo muy poco para quedarse con la gloria. Pero con todo y ello le alcanzó. Y el 'Vinotinto', que intentó proponer, abrir, cerrar, meter, falló.

En mis 26 años, 19 de ellos hincha de este equipo, esta podría decirse que fue la noche más amarga de todas, y solo podrían asemejarle aquellas de 2006 y 2010. Lloré como nunca, lo confieso. Pero anhelo transformar todas y cada una de esas lágrimas, de frustración, de pena, de agonía, en momentos de felicidad. Así como lo queremos todos en este 2017 que se avecina. ¡Fuerza tribu!







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