Por: Mario Alejandro Rodríguez
Emotivo hasta las lágrimas. Así fue el homenaje que el Club Deportes Tolima y su afición le brindaron, este domingo en las tribunas del Manuel Murillo Toro, a las 71 víctimas del vuelo que transportaba al plantel del Chapecoense de Brasil a su primera final continental, ante Atlético Nacional.
Los globos verdes y blancos en las graderías, al igual que las pancartas de todo tipo en solidaridad con el pueblo hermano de Chapecó, fueron fiel muestra del profundo dolor que embargó a los ibaguereños por la tragedia que durante la semana enlutó al balompié mundial.
Los cerca de 14 mil espectadores que se dieron cita en el 'Coloso de la 37' hicieron de la tarde del domingo inolvidable.
Por su parte, en los carteles, se leían mensajes de todo tipo. En una hoja a carta, hecho a mano, o también con un llamativo diseño, impreso en grandes dimensiones. No importó. La gran mayoría tenía claro que lo que valía era la intención y no la forma y así se expresaron.
Y es que quizá como tan pocas veces, el amante al fútbol entendió que más allá de los colores, existen seres humanos que viven por y para este deporte y que dejan todo por conquistar la gloria.
Mensajes "Fuerza Chapecoense, los Pijaos estamos contigo", o "Nós estamos com voce, irmaos", se exhibieron en manos de grandes y chicos, en honor a esa premisa.
A su vez, por los parlantes acondicionados para el cotejo, se escuchó el ya conocido canto de batalla de estos guerreros celestiales. El "Vamos, vamos chapé" retumbó en el 'Coloso de la 37', con la voz de miles de almas, que no cesaron hasta que los equipos salieron al gramado.
El minuto de silencio, a cargo de la Banda del Ejército, confirmó la comunión de los hinchas tolimenses con los familiares y amigos de quienes ya no están.
Fueron 60 segundos en los que no se escuchó ruido alguno, en en que los pensamientos de jugadores, técnicos, periodistas e hinchas, entre otros, se dirigieron a lo más alto. Una que otra lágrima rodó por las mejillas, pues sin lugar a dudas emocionarse era inevitable.
Al final, jugadores de uno y otro bando enviaron un sentido mensaje, que culminó con un sonoro aplauso. Con ello quedó claro que el fútbol no es solo ver a 22 hombres tras una esférica. A veces es la vida misma.