Por: Mario Alejandro Rodríguez
Un marco sencillamente espectacular, digno de toda una final. Como pocas veces, la afición del Deportes Tolima se volcó en masa al estadio Manuel Murillo Toro de Ibagué para lo que fueron los primeros 90 minutos de la definición de la Liga Águila 2 2016, frente a Independiente Santa Fe.
Desde tempranas horas, los cerca de 29 mil aficionados que colmaron las tribunas del 'Coloso de la 37' se congregaron a las afueras del escenario deportivo para disfrutar de la fiesta que, si bien no tuvo protagonistas en las redes, contó con mucho colorido en las graderías.
Las largas filas fueron la constante en la previa, bajo un inclemente sol que con sus rayos calentó la tarde futbolera en la capital tolimense. Poco importaron los retrasos de la logística en la apertura: Lo único que interesaba era asegurar un buen lugar.
Mientras tanto, los vendedores de todo tipo de alimentos y artículos como banderas, gorros y camisetas se hicieron su 'agosto' en diciembre, como no sucedía desde hace seis años, cuando la 'tribu' disputó su última final frente al Once Caldas de Manizales.
Sobre las 4 de la tarde -una hora después de los presupuestado- comenzaron a ingresar los aficionados, con la ilusión de que su escuadra les diera una nueva alegría. Rostros pintados con el tradicional 'Vinotinto y Oro e hinchas con diferentes casacas, desde la más antigua hasta la más reciente, adornaron las tribunas del 'Coloso'.
La ansiedad por una nueva final era evidente en miles de espectadores quienes miraban de reojo el reloj, con la esperanza de que el tiempo avanzara más rápido para tener a su equipo en el campo. Pero hacia las 6:50 p.m.. ese momento anhelado llegó y empezó un impresionante despliegue para hacerle sentir al 'Vinotinto' que no estaría solo en esta especial ocasión.
En la sur, la barra Revolución Vinotinto se robó de nuevo el show, con una salida en la que -como si fuera en cámara lenta- una infinidad de rollos cayeron al gramado, en tanto que una gran humarada amarilla y vinotinto convirtió en la popular en toda una caldera.
Otros, por su parte, quisieron ganarse un momento de fama ante las cámaras con llamativos carteles. El más curioso, sin duda, era el que invitaba a los demás hinchas a celebrar la victoria en la casa del delantero chocoano Marco Pérez, a quien le recordaron su vida nocturna.
El pitazo inicial del juez Nicolás Gallo, dio rienda suelta a un vaivén de emociones. Cánticos de apoyo al equipo de Alberto Gamero, pero también uno que otro insulto a los rivales, se escucharon a lo lejos. El más ovacionado: El arquero Pijao Joel Silva. Y el más 'puteado', otro golero: Leandro Castellanos, de la visita.
El 0-0 en la pizarra puso fin a una jornada en la que los locales no gozaron de la efectivdad de partidos anteriores y sufrieron para marcar diferencia ante un rival ordenado, por momentos mezquino, que prefirió cuidar el cero en vez de buscar el partido.