Por: Juan David Alvis Barrios
En todo proceso de la vida, más aún en el fútbol, se debe pasar por distintas etapas que estructuran la gloria, el fracaso o la total rendición. En el caso del Deportes Tolima, dichas fases están empezando a desencadenarse: Tribunas vacías, apatía regional por el equipo, la inclusión de otras colectividades en el territorio tolimense y la negligencia por parte de la directiva del Club en constituir un proyecto serio que le permita retornar a la institución a los puestos de protagonismo y élite, tal como nos acostumbró a los que somos hinchas del conjunto de la Musical de América.
Si retomamos la historia del elenco ‘Pijao’, podemos darnos cuenta que ha reinado no solo la incertidumbre y los malos resultados, sino también los momentos épicos, las remontadas antológicas y por supuesto -aunque fuera por una vez- la gloria que nos corresponde.
Entre esos capítulos exitosos, es válido hablar del legendario Kokoriko Tolima, que en los inicios de la década de los 80 fue uno de los mejores equipos de Colombia, cuyo juego, hidalguía, temperamento y por supuesto, su ilustre picardía hicieron que se lograran majestuosas obras, como el 4-3 contra el Atlético Junior en la ciudad de Bogotá, donde fue local ante 50 mil espectadores un 21 de Octubre de 1981, victoria que a la postre nos daría un recordado subcampeonato; el 3-0 por Copa Libertadores ante el Atlético Nacional en Medellín un 31 de Mayo de 1982 -con el que los hinchas tolimenses consideramos nuestro más importante Clásico- y una noche novembrina en ese mismo año en la que un genial Sapuka quedó grabado en los corazones tolimenses al anotarle los tres goles con el que el encopetado Millonarios pereciera aquella noche llena de lluvia y anotaciones. Podría así seguir mencionado distintos casos y remitentes gráficos, que no solo hacen aguar la retina del espectador sino que recuerdan la importancia del Club para muchos, ad portas de cumplir 60 años de fundación.
Eventualmente, cuando los resultados no se dan -como en este momento- nos preguntamos muchas veces: ¿De qué sirve aguantar distintas circunstancias climáticas en la Sur, en Oriental o ahora en la inconclusa tribuna Norte para ver cómo se desmorona nuestra representación dentro y fuera de la cancha? ¿Qué seguridad da en los aficionados los resultados disímiles que ahora se llevan para que la directiva exija un acompañamiento masivo? ¿Qué ejemplo de compromiso, lealtad y entrega puede ser este Deportes Tolima para las próximas generaciones?
Fácilmente podemos decir que cuando el barco se hunde los primeros que desertan son los triunfalistas, y que solo en las malas puede verse la verdadera pasión por el equipo. La verdad, esta es una disertación clara para una reflexión extensa, pero también, el punto de partida para saber que no solo en la cancha se está viendo malos resultados.
Si el hincha es un consumidor dentro de una red de espectáculo, placer, euforia y pasión, ¿Por qué no se le ofrece un buen producto? O por lo menos, ¿Por qué no pensar en tener en cuenta a jugadores de la tierra?
Claro ejemplo de ello son los grandes equipos del mundo como el FC Barcelona, Liverpool y todos aquellos que pueden contar con un presupuesto mayor, como el Real Madrid o el Manchester City, entre otros. Sin ir tan lejos, en Colombia vemos esos ejemplos en muchos de nuestros rivales: Millonarios cuenta con cuatro jugadores de su cantera; en Atlético Nacional siete de sus profesionales son de las divisiones menores; Independiente Santa Fe, semifinalista de la Copa Libertadores 2013, sobresale con cinco jugadores de sus fuerzas básicas e Itagüí Ditaires tiene seis futbolistas de la cantera, reforzados por tres experimentados y dos extranjeros, por citar algunos casos.
Siendo así, ¿Por qué en el Deportes Tolima no se les da la oportunidad a los jugadores jóvenes? Recordemos que el pasado 29 de enero fuimos coronados como campeones nacionales en la categoría Sub-20, luego de superar a grandes del fútbol local como el Atlético Junior, rival en la final y Millonarios, eliminado en ‘cuartos’; viéndose en aquellos partidos la jerarquía, el orden y el buen fútbol que tanto se le reclamó al primer plantel en el pasado derbi regional con el Atlético Huila.
Otra de las falencias que presenta el ‘Vinotinto y Oro’ es la preparación en los encuentros definitivos, cuando se han puesto en juego más que tres puntos. Durante la era del Director Técnico Carlos Castro, dichos errores no solo han venido desde la parte táctica y técnica, sino también en la disposición de los jugadores para con la hinchada, ya que ésta fue incondicional en los momentos que más lo merecieron.
Por lo anterior, menciono los siguientes partidos y sus características:
- 1-2 contra Santa Fe en la Copa Libertadores 2013, en la fecha cinco de la fase de Grupos, con una asistencia de 15 mil espectadores.
- 1-2 contra Millonarios, en la jornada18 del ‘Todos contra Todos’ del Apertura 2013, con 10 mil espectadores en las tribunas.
- 1-2 contra Nacional, en la fecha cuatro de los cuadrangulares finales del Apertura 2013, con una asistencia de 23 mil hinchas.
- Y el más significativo: el 0-1 contra Itagüí, en disputa de la jornada seis de los cuadrangulares semifinales, con 28 mil asistentes, el cual puso en evidencia ante los ojos del país, la situación de recambio institucional tan urgente se ve en estos momentos y la necesidad de un adecuado plan administrativo que permita reditar la gesta del Finalización 2003, o superar las míticas participaciones en torneos Internacionales como la Libertadores de 1982 (Semifinales) y la Suramericana de 2010 (Cuartos de Final).
Para terminar de agregar los puntos sobre las íes, debemos considerar el aspecto deportivo en la Liga Postobón I – 2014. El cuadro Ibaguereño suma 8 puntos de 24 posibles, con un rendimiento del 33.3%, torneo en el que se han tenido partidos accesibles, como el del domingo contra Huila (1-1), el del primero de febrero anterior ante Envigado (2-4) y con el mismo Boyacá Chicó del (1-0), del 9 de febrero, que se complicaron y terminaron por desfavorecer al equipo. Se vio en innumerables ocasiones que ciertos jugadores no deberían formar parte de la plantilla titular y por supuesto, quedan excluidos jóvenes como Wilfrido de la Rosa y Gustavo Cañizales, quienes fueron vitales en la obtención del título con la Sub 20. Esto, sin profundizar en que el planteamiento de Carlos Castro no es entendible, o quizá, no es el adecuado para la nómina de futbolistas con los que se cuenta. Su liderazgo está en entredicho, al tomar malas decisiones cuando el equipo necesitó de su intervención y pareció ser influenciado por la Directiva, puntualmente en los casos de Ántony Silva, Andrés Andrade, Cristian Marrugo y Yimmi Chará.
Si estos últimos factores se juntan: ¿Qué soluciones podrían darse al problema?
En cuanto al núcleo del grupo, un trabajo a fondo en el ámbito psicológico y deportivo, porque las lesiones -que han sido tan frecuentes en estos últimos tiempos- pueden darse por las distintas cargas que los profesionales acumulan en la cotidianidad: En el estadio y sus hogares. A esto, una solución puntual sería un psicólogo deportivo que ahondara en las causas por las cuales la comunicación no se da en la cancha, y a eso cabe sumarle, hacer un énfasis en el liderazgo y toma de decisiones del ‘C.C.’.
En lo que respecta a la hinchada, el compromiso total por parte de los jugadores: si quieren -como el Señor Camargo afirma- tener una taquilla numerosa en sus bolsillos y por supuesto, las tribunas colmadas de aficionados, deben hacer actos como el del pasado cotejo ante el Huila, cuando los futbolistas saludaron a los pocos hinchas presentes y por supuesto, mostrar hambre de gloria y ganas de hacer respetar esta divisa, que tantas críticas ha recibido.
En el ámbito administrativo, abrir las puertas a pequeños inversionistas a través de un plan Institucional serio, que no solo sea enfocado a lo deportivo, sino a lo social y cultural; a la inversión en la hinchada mediante la venta de acciones, a través de un sistema factible y asequible que permita atraer a los aficionados directamente a las decisiones que se toman dentro del Club.
Y lo más importante, invertir en la infraestructura de institución: no solo en el estadio, que está en paupérrimas condiciones, sino en sedes sociales, tiendas de tipo comercial y sedes deportivas, que harán que el pueblo tolimense se integre con el equipo de una manera más profunda y cotidiana.
La responsabilidad aquí es de todos, pero no podemos pretender que una de las cuatro partes sea la que más realice el trabajo. Los clubes se hicieron grandes por sus jugadores y tradición, por sus gestiones administrativas y por sus hinchas. Y por éstas épocas, próximos a la celebración de nuestro 60 aniversario y con diversos proyectos que pueden ser realizables, debemos encaminarnos a una meta clara que es la de volver a ser campeones y no simplemente equipos del montón. Puede que este jueves vayan menos de mil hinchas al estadio, que los mismos sigan desertando del ‘Coloso de la 37’, pero ténganlo por seguro que si no tomamos cartas en el asunto esta situación irá de mal en peor. Vean lo que les pasó a clubes históricos como América de Cali, Atlético Bucaramanga, Cúcuta Deportivo, Unión Magdalena y el mismo Deportivo Pereira, que por malas administraciones y la antipatía, desidia e ignorancia de sus propias gentes descendieron, pese a que muchos hinchas ni jugadores tuvieran la culpa de ello.
Si nosotros, el Club Deportes Tolima S.A. fuimos campeones en aquella gesta decembrina del 2003 en el Pascual Guerrero ante Cali; subcampeones en cinco ocasiones (1957, 1981, 1982, 2006 II y 2010 II); representamos a Colombia en 12 oportunidades, siete en la Copa Libertadores, tres en la Copa Sudamericana y dos en Copa Conmebol y hemos estado en cantidad de definiciones en Colombia -y otras puntuales en Suramérica- ¿Por qué no podemos soñar con la grandeza? ¿Por qué no quitarnos ese estigma de equipo chico, esperanzador y juvenil que entusiasma a su hinchada para quedarse con el ‘pan quemado’ en la puerta del horno?
Por lo que representa para nosotros, los hinchas de corazón, que seguimos yendo al estadio, soportamos toda clase de climas y también, para los que me antecedieron y pasaron por cosas mucho peores, debemos hacer valer nuestro rótulo y que por todo lo que este club representa, para hacer material la gloria que nos fue arrebatada. Por eso, más que una opinión, esto es un mensaje para toda los seguidores, para los jugadores y en especial, para el señor Gabriel Camargo Salamanca, porque no solo usted es el que se mete la mano al bolsillo para este equipo, sino que esta afición hace lo posible por estar con él, por aguantar hambre, calor, frio, lluvia, tormentas y demás desmanes solo por hacer presencia en las escalinatas del Murillo Toro y usted nos ha negado el derecho de ayudar su labor administrativa.
Por lo que representa, por lo que significa y por lo que vale sentimentalmente esa pequeña estrella dorada sobre el escudo que nos hace felices, trabajemos juntos por este Club, porque así como miles estuvieron presentes en el acto de desagravio para con usted, también sea consecuente con el hincha que sacrifica su tiempo, dinero y hasta su propia razón por ver al Tolima, con el anhelo de figurar en lo más alto.