Por: Mario Alejandro Rodríguez
En algún momento, cientos de tolimenses volvieron a sentir como propio al equipo de su tierra, el mismo que apela a los colores y la pujanza del pueblo Pijao para generar identidad entorno a una empresa en la que pocos obtienen rédito. Quizá como no pasaba desde hace ya algunos años, los aficionados de distintos rincones del Departamento fueron partícipes de momentos únicos al lado del equipo, pese a que en esta ocasión haya estado más lejos que nunca de alcanzar la segunda estrella.
Sea por la razón que fuere, por la plata de por medio o no, el Deportes Tolima se acordó de que sus simpatizantes están más allá de las fronteras de la Capital Musical y les ofreció lo mínimo que tiene a su alcance: talento humano. Los seguidores de Venadillo, Espinal, Purificación, Líbano y Cajamarca gozaron con cada una de las visitas efectuadas por el plantel de jugadores, en campos considerados por algunos como inhóspitos. Y eso es para resaltarlo, con letras mayúsculas, porque en sí es la base sobre la cual se puede integrar a los verdaderos dueños del equipo, aquellos que en un mañana -no tan lejano- serán los encargados de hacerlo grande.
Desde la distancia pude ser testigo de la reacción positiva que desencadenó en las redes sociales este minitour por los diferentes parajes del Tolima. Con ella, la emoción de algunos de sus protagonistas, quienes se sintieron a gusto haciendo esta labor, que bien podría hacer parte del plan de responsabilidad social de cualquier organización deportiva. Del otro lado, rescato la gratitud de los pobladores locales, que fue replicada por los diferentes medios como el reflejo de la comunión del equipo con su afición, a la par que muchos otros hinchas pidieron ser tenidos en cuenta para próximas visitas.
Si analizamos lo hecho en los últimos dos meses, se demostró que hay con qué hacer las cosas de forma eficiente. La disyuntiva se centrará ahora en si habrá o no voluntad, creatividad y recursos para cambiar nuestra historia reciente, algo que se requiere con suma urgencia. El primer ejemplo fue la puesta en marcha de la tribuna infantil, que en dos compromisos dejó a mi juicio un balance satisfactorio, y seguido a ello está este caso, con una ponderación sobresaliente.
Imagino cuántos pequeños habrán visto de cerca a sus ídolos y se han enamorado, como lo hice cuando apenas tenía siete, de un cúmulo de connotaciones que reúne el conjunto 'Musical'. Si partimos del sentimiento que comenzó a florecer en cada uno, el objetivo de la estrategia fue cumplido y servirá de precedente para apostarle a nuevas experiencias, que sean enriquecedoras tanto para los profesionales como para el fanático del común.
Consciente que este paso ha sido clave, solo pido que el impulso por hacer del 'Vinotinto y Oro' el equipo de todos no pare. Es más que necesario recordar nuestros inicios, que fueron humildes, pero también estuvieron marcados por la solidaridad y el sentido colectivo. A partir de entonces, se podrá enfocar el trabajo en los aspectos que nos permitirán recuperar esa identidad perdida, lejos del devenir futbolístico y dirigencial.