Ante la escueta ratificación del ibaguereño Carlos César Castro en la dirección técnica del Deportes Tolima, solo nos resta desearle muchos éxitos y que en el próximo año, a diferencia de este, sepa afrontar con altura los compromisos que tendrá a su cargo. Lo hacemos quizá a pesar de nuestra voluntad, pero con los anhelos de que si bajo su batuta nuestro 'Vinotinto y Oro' llegará a la gloria, estamos dispuestos a aceptar las decisiones que se tomen y dar, como es lógico, nuestro brazo a torcer.
Es más que claro que en primer lugar está el cuadro Pijao. Si al equipo le va bien, es porque Castro y sus dirigidos están obrando de forma correcta, apoyados por las decisiones acertadas de la junta directiva. Lo que no podemos ocultar es que lo hecho en el 2013 no representa ningún aval para la continuidad, porque de los cuatro retos que tuvo al frente, en todos fracasó; eso sí, coadyuvado por el mal proceder de Gabriel Camargo Salamanca.
Y es que, para ser sinceros, la culpa de todo lo que aconteció con el equipo en lo deportivo no recae sólo sobre las espaldas del ídolo de Arkambuco. Él tuvo un alto porcentaje de responsabilidad, entre otras cosas, por la falta de carácter en la recomposición del plantel; pero, por ejemplo, no tuvo mayor participación en la traída de los refuerzos para la campaña. De los 17 hombres que llegaron a la Capital Musical en la temporada, sólo cumplieron tres. El resto, por X o Y razón, no dieron la talla para los compromisos en que fueron requeridos por el entrenador, y por ende, salieron de forma repentina de la institución.
Hay quienes confían que Castro podría convertirse en un nuevo Hernán Torres, quien supo sacar lo mejor de sus capacidades técnicas luego de un semestre desastroso en 2008. Desde nuestra óptica, expusimos las razones que nos llevan a pensar que son casos totalmente disímiles. En todo caso, Camargo ya se la jugó y buscará, más por comodidad que por convicción, lograr que el fenómeno del actual estratega de Millonarios se repita.
La comodidad se da por los altos costos que podría tener el cambiar de orientador, en un mercado escaso de técnicos de experiencia y economía. Para el máximo accionista es más fácil 'darle' la 'oportunidad' a un profesional que no demanda tanto dinero y además adquiera experiencia como lo hizo Torres en su momento. Lo malo de ello es que las necesidades de triunfo que tiene el Tolima no dan para esperar, o por lo menos así lo han hecho saber los hinchas, tanto en el Murillo Toro como en los diferentes medios de comunicación locales.
Al 'C.C.' por ahora lo respalda sólo la voluntad del dueño del Club, porque si su estadía dependiera del sentir popular, ya hubiera dejado su cargo ante la falta de apoyo. Analizando el sentir del hincha, es apenas entendible el alto nivel de desaprobación a lo que fue el trabajo de Castro durante la temporada y las peticiones de renuncia frente a los pobres resultados. Después de dos campañas sin quedarse por fuera de los cuadrangulares, la 'Tribu' marcó su tarjeta de ausente, al igual que en la escena continental, donde estuvo presente en los últimos cuatro años.
Para que la era Castro 2014 sea fructífera será necesario revisar las bases sobre las cuales se construirá, no sólo en la parte futbolística, sino administrativa. Quedó demostrado que el manejo que dio Camargo y sus asesores durante el año en curso fue mediocre y tuvo directa repercusión en el rendimiento del colectivo.
Lo hemos dicho desde siempre: Mientras no se tracen proyectos con objetivos plenamente definidos, en el que se den todas las garantías a jugadores y cuerpo técnico, no se llegarán a las metas deseadas. Y a todos aquellos que se enorgullecen en decir que el 'Vinotinto' está al día con la plantilla, les recordamos que ello no es una virtud, sino un deber del empleador con sus nómina de trabajo.
Esperamos que por el bien del Deportes Tolima se haya tomado la decisión correcta y que los buenos resultados sean el único soporte para el profe Carlos. Desde esta tribuna prometemos respetar tal decisión y hacer, a partir de hoy, borrón y cuenta nueva sobre su amargo presente.