Nos cuesta reconocerlo, pero habíamos advertido de lo cerca que estaba esta debacle deportiva. Y más allá de los reproches en su momento, por decir abiertamente lo que a todas luces pasaría, hoy nos embarga una profunda tristeza, porque el tiempo nos dio la razón. Y como lo tituló un reconocido periódico ibaguereño en su edición dominical: Lo que mal empieza...
La crisis administrativa que vive el Deportes Tolima, generada en gran medida por la actitud displicente de Gabriel Camargo, tuvo directa repercusión en el plantel profesional. Todo, absolutamente todo, fue bien orquestado para que este nuevo fracaso, el cuarto en lo que va del año tuviera lugar.
Poco importó la ilusión de los hinchas fieles, de aquellos que decidieron continuar en este proyecto pese a todos y todo, porque al final de cuentas el resultado fue el mismo.
Poco importó la ilusión de los hinchas fieles, de aquellos que decidieron continuar en este proyecto pese a todos y todo, porque al final de cuentas el resultado fue el mismo.
En primer lugar, el silencio de quien debería estar llamado a representar dignamente los intereses deportivos y económicos de la institución, que está en los corazones de miles de tolimenses, se pagó caro. O mejor, su soberbia y deseos de tener arrodillados a dirigentes locales e hinchas, con una estrategia reciclada, dañina, en la que el objetivo fue estimular la creación de supuestos y no de realidades.
Y en eso Camargo fue un cobarde más. Porque en vez de asumir el desastre del primer semestre y responder con hechos concretos a la desmedida reacción popular en el Murillo Toro, prefirió huir del barco que comandaba y dejarlo a la deriva, tras vender a una de las 'joyas' de la corona: Andrés 'Rifle' Andrade.
Luego le dio instrucciones al gerente, Ricardo Salazar, de contratar como refuerzos a jugadores con el 'pase en la mano', sin ningún tipo de compromiso con la institución. Hoy podemos ver el reflejo de lo que fue la 'planeación' que se tuvo para el segundo torneo del año, en la que ninguna de las contrataciones brilló con la 'Vinotinto y Oro'.
En segundo término están las graves falencias tácticas que evidenció el manejo de Carlos César Castro, quien demostró no tener las 'ropas' suficientes para hacer un semestre digno. Precedido de dos duros reveses, como fueron la eliminación en la fase de grupos de la Copa Libertadores y la pérdida del cupo a la gran final del 'Apertura', el estratega ibaguereño jamás pudo encontrar el plantel base, afectado por las constantes lesiones, pero también por la apatía de algunos de los jugadores.
A ello se sumó un aspecto común en el Tolima: el 'borrar' a quienes no son patrimonio del Club, aquellos que por su condición contractual no representan algún interés monetario en los dirigentes.
A ello se sumó un aspecto común en el Tolima: el 'borrar' a quienes no son patrimonio del Club, aquellos que por su condición contractual no representan algún interés monetario en los dirigentes.
Como consecuencia vinieron dos fracasos más. Y ambos con la misma causa: la incapacidad para revertir un presente negativo. No nos engañemos, Alianza Petrolera tan sólo fue el equipo que puso a la luz las constantes fallas que arrastró este plantel falto de trabajo y de jerarquía para sacar resultados; así fuera con el 4-3-2-1, el 4-4-2 o el invento que nunca funcionó: el 3-4-2-1.
Castro, de forma inexplicable, se casó con algunos de los integrantes, a quienes defendió a muerte. Quizá por falta de talento humano o por necedad. El caso es que su actitud conformista influyó en la moral del grupo, y en el momento en que requirió una respuesta efectiva del mismo no llegó, porque en los tres partidos que tuvo para salvar el semestre en casa el balance fue nefasto.
Hay quienes piensan que el caso de Castro podría asemejarse al de Hernán Torres, quien luego de un papelón en el Deportes Tolima, supo reinventarse y demostrarle a todos los que no confiamos en sus aptitudes que sí era capaz de hacer una buena labor.
Pues bien, a nuestro juicio ambos representan mentalidades opuestas, que están justificadas en la experiencia que tienen en el banquillo. Y mientras Torres fue el acompañante de Miguel Augusto Prince durante varias temporadas, Castro hasta ahora empieza su trasegar y el presente del club no está para esperar su reinvención.
Pues bien, a nuestro juicio ambos representan mentalidades opuestas, que están justificadas en la experiencia que tienen en el banquillo. Y mientras Torres fue el acompañante de Miguel Augusto Prince durante varias temporadas, Castro hasta ahora empieza su trasegar y el presente del club no está para esperar su reinvención.
En nuestro concepto, el profe Carlos debe renunciar antes de que Camargo, por las razones que considere, le dé una triste despedida, como lo hizo con Jorge Luis Bernal. Por el respeto a su condición de referente histórico -Nada más- sería lo más sano para él, quien es y será el blanco de los insultos de los aficionados, implacables ante la falta de resultados positivos.
Y por último, en honor a la verdad, es claro que la afición abandonó a su divisa, una actitud injustificable que tuvo injerencia en este amargo panorama. En nuestra memoria no hay datos que sirvan de paralelo con las paupérrimas asistencias que hubo en esta temporada. Por X o Y razón, la mayoría de los seguidores de la escuadra 'Musical' optaron por no volver al 'Coloso de la 37', a pesar de los esfuerzos que hicieron particulares para que así no fuera.
Partiendo de la base de que los datos de taquilla suministrados en cada partido sean verídicos, el número de espectadores durante toda la campaña no superará los 15 mil. En síntesis es una cifra lapidaria, si se pone en consideración que el 'Vinotinto' es un conjunto socio de la Dimayor, con más de 58 años en el fútbol profesional.
Lo único rescatable de este cúmulo de hechos, es sin duda los esbozos que hizo una firma local para incentivar a los aficionados del futuro. Lamentablemente se reaccionó demasiado tarde la adversidad, pero quedará como constancia que el trabajo continuo sobre metas trazadas puede ser la solución a un problema de vieja data, que merece un tratamiento contextual; es decir, coherente con los componentes que afectan a la sociedad que consume el fútbol en Ibagué.
Por primera vez en cuatro años no tendremos presencia internacional, ese premio de consolación que llegaba siempre tras las frustraciones en el fútbol criollo. Ojalá este sea un campanazo de alerta para el señor Camargo, o más bien, para su sentido de avaricia. Las cosas no se están haciendo bien. De hecho, hace mucho tiempo dejaron de hacerse...