Los argumentos que expondremos a continuación parecen reciclables semestre tras semestre. Pues así como los empleamos hoy, como base de nuestra férrea postura, los hemos usado durante los últimos cuatro años, para tratar de explicarles cuáles son las causas del continuo fracaso del Deportes Tolima. La verdad quisiéramos tener más razones para justificar nuestra opinión, pero cuando hacemos este balance anual, las miradas siempre apuntan al mismo personaje.
A diferencia de lo que quieran pensar todos ustedes, para nosotros solo hay un culpable directo de lo que fue esta nueva debacle del 'Vinotinto y Oro'. Y ese es el presidente y máximo accionista del equipo, Gabriel Camargo, quien parece no tener límites en sus absurdas e incongruentes determinaciones.
El mal llamado salvador del 'Vinotinto y Oro' fue nuevamente el responsable de la suerte del equipo en la instancia semifinal de la Liga Postobón 2 2012 y de las profundas divisiones internas en el grupo de jugadores. La forma de administrar su negocio - porque para él es eso- un negocio es paupérrima y dista mucho de ser un modelo empresarial a seguir, como lo han mencionado en ocasiones anteriores.
Si hay una regla básica en el ámbito empresarial es que si la directriz de la empresa no anda bien, los malos resultados se verán reflejados entre todos sus integrantes. Eso lo sabe cualquier estudiante de Comunicación Social, que se enfoque en el mundo organizacional. Lo que mal comienza, mal termina y Camargo, quien no aprende de sus horrores administrativos, vio cómo su falta de gestión resquebrajó el grupo y de paso la ilusión del hincha del común.
Y es esa hinchada, devastada tras una nueva decepción, se cansó -desde hace ya algunos años- de recibir premios de consuelo. Si bien la clasificación a la Copa Libertadores que alcanzó el 'Vinotinto' es un mérito, comparado con lo que se pudo lograr no deja de ser más que un contentillo, que no llena el vacío de gloria de su gente. Hace algunos años llegar al máximo evento continental de clubes era todo un acontecimiento, pero actualmente, y raíz de las últimas campañas de la escuadra tolimense, es una forma de salvar el año; deportiva y financieramente hablando.
El maltrato a jugadores con la negativa de pagarles el sueldo, irrespetando lo acordado en la vinculación contractual y su comportamientodiferencial con algunos de ellos, al vetarlos por decir públicamente que quieren nuevos rumbos para su carrera, son detalles que evidencian la forma de administrar de Camargo, quien sólo piensa en el dinero y los réditos que le puede
Ello sin ahondar en que el dirigente boyacense, quien no vive en Ibagué ni comprende las dinámicas que caracterizan a los hinchas de la escuadra 'Musical' jamás prestó atención a los requerimientos de quienes hacieron su mayor esfuerzo para acompañar al Tolima, en cuanto al desgastante tema de la boletería (problema de cada jornada) y las incontables trabas para el ingreso al Manuel Murillo Toro.
Además, como es costumbre en él, subvaloró a la prensa deportiva de la ciudad e influyó de forma directa en la confección de la nómina para afrontar los torneos en que el equipo participó, cuando no es su competencia sino la del director técnico. En cuanto a este último punto, el estratega ibaguereño Jorge Luis Bernal reconoció, tras ser despedido de forma grosera por el 'mecenas' de la institución, que las diferencias entre él y Camargo fueron esencialmente por la alineación de jugadores que no eran del gusto del dirigente.
La lista de horrores de este 'pseudopresidente' sería más larga si tuviéramos empeño en mostrar más detalles que lo avergüenzan, pero por ahora lo único que nos interesa es que NUESTRA amada escuadra tenga el lugar que los fieles hinchas, por muchos o pocos que sean, sueñan día a día.
En verdad nos 'mamamos' que el equipo de TODOS sea manejado como un bar de mala muerte, 'sin ton ni son' y que no se le vea ni pies ni cabeza, pese a que muchos alardean del poder económico de Camargo Salmanca. Si no hay un cambio drástico en la forma de gerenciar el Deportes Tolima, los fracasos continuarán, con el dolor cíclico de los hinchas y la indiferencia rampante del dueño del club.