Parecemos acostumbrarnos a una realidad que antes no era nuestra, pero que de a poco y sin ningún reparo por parte de nuestras autoridades se ha tomado el Manuel Murillo Toro, sus alrededores y en sí la Capital Musical. Los hechos vivenciados el pasado miércoles, en los que hinchas del Deportes Tolima 'corretearon' a sus pares de Nacional en la tribuna oriental y los 'verdes' provocaron a los 'Pijaos' en occidental, se suman a los del pasado 25 de agosto y a otros más, que cumplen con su negro objetivo de generar zozobra y miedo entre los demás asistentes.
Lo que debió ser un cotejo caracterizado por la labor de los jugadores en el campo de juego, se destacó al final por la atmósfera densa que crearon algunos de sus hinchas, quienes se pusieron literalmente de 'ruana' el 'Coloso de la 37' y provocaron, tanto en la tribuna como en las afueras, serios desórdenes.
Quizá poca o nula repercusión tuvo en las autoridades policiales y administrativas la escandalosa portada que el diario ibaguereño EL NUEVO DÍA sacó en su edición impresa del lunes 27 de agosto, en la que claramente se ve a dos hinchas del 'Vinotinto y Oro' en la tribuna sur con puñales en sus manos, ante la inoperante presencia de un oficial de la Policía Metropolitana. Esta publicación, pensamos, debió poner en sobreaviso a todos los efectivos que garantizarían la 'seguridad' en el nuevo duelo frente a los 'verdolagas', pero no fue así.
Y decimos esto, porque se siguen registrando múltiples acontecimientos que no tienen razón de ser desde la verdadera esencia del balompié, que busca un momento de esparcimiento seguro para los espectadores y la sana competencia entre los deportistas. No tendríamos que recordar lo acontecido el pasado 5 de febrero y las profundas consecuencias que esa jornada trajo para el elenco 'musical' y sus hinchas, pero no está demás tenerlo presente, como espejo de lo que podría pasar si se sigue en esta tónica.
La paciencia de quienes asistimos al estadio con la esperanza de ver un buen espectáculo y no ser partícipes de esta guerra se agota. La actitud beligerante de aquellos que ven el fútbol como la vía más cercana para demostrar su poder y ejercer legitimidad en un espacio que no sólo les pertenece a ellos sino a todos nosotros aburre, como también la incompetencia de los agentes del orden y la administración municipal, que cada vez demuestran su mediocridad para asumir sus responsabilidades.
Frente a este oscuro panorama queremos aplaudir el estoicismo de los fieles aficionados que aún van a acompañar a su divisa en paz, con la firme intención de disfrutar, más no de agredir; aunque para ello deben soportar, entre otras cosas, la pésima logística en la venta de boletería, las requisas inhumanas de los oficiales y los comportamientos salvajes de unos cuantos. Esperamos que ellos, como lo han hecho hasta el momento, tengan la fortaleza de aguantar estos vejámenes y ultrajes, antes que su deseo de volver al escenario desaparezca definitivamente.
Es hora de encontrar culpables y que éstos, de acuerdo a la normativa que ampara el fútbol nacional, las leyes 1270 del 2009 y 1453 del 2010 (Capítulo 5), al igual que el decreto 1007 de mayo del 2012, emitido por el Ministerio del Interior, reciban el castigo que merecen. Pero así como pedimos el cumplimiento de la ley para los hinchas infractores y belicosos, queremos que la Policía cumpla con su papel como fuerza civil más no represiva, pues esa es su misión y no la de dar un mal trato a los hinchas que nada tienen que ver con su incompetencia.
P.D.: En vez de dedicar su tiempo en viajes internacionales, conciertos de rancheras en tierras cafeteras y mañanas de golf junto a su amigo Jorge Tulio Rodríguez, el alcalde de Ibagué, Luis H. Rodríguez, debería responsabilizarse de esta problemática, que pone en alto riesgo la integridad de los ciudadanos.