Desde hace tiempo, Christian Camilo Marrugo es el jugador más regular del Deportes Tolima. Pero su magia, la misma que intenta derrochar en cada jugada sin tacañería, se está agotando, ante la ausencia de un socio en el campo que la transforme en victorias.
Así quedó demostrado en el juego del pasado miércoles frente ante Itagüí, cuando el genio se quedó sin ideas y físico para cambiar la historia de un compromiso que inició mal para la 'tribu' y terminó de la misma manera.
Marrugo, a quien normalmente se le ve rápido y ágil en la entrega del esférico, lo traicionó el notable desgaste que ha hecho en las últimas presentaciones, siendo el 'cerebro' del medio campo 'Pijao' en las cuatro fechas que mantuvo su invicto en la Liga, como también en la victoria por 3-1 frente a la U. Católica, por Copa Sudamericana.
Ni Andrés Andrade, que por momentos parece ilusionar a los aficionados con su regate y velocidad, ni Carlos Preciado, quien se ha convertido en un jugador inexpresivo en el frente de ataque, han sabido entender al 'mago' del equipo, frustrado en su intención de echarse el 'equipo al hombro'.
Robin Ramírez por su parte, cada vez se distancia más del nivel que lo hizo famoso el semestre anterior, pese a los buenos servicios del cartagenero, quien hace todo lo posible por dejarlo en posición de gol. El único que trata de ponerse a su altura, hoy por hoy, es el joven pero habilidoso Yimmi Chará, quien ya suma dos anotaciones en el 'Finalización'.
Si bien Marrugo fue discutido por cuestiones extrafutbolísticas hace algunos meses, en referencia a la agitada vida personal que se le conoce, lo cierto es que cuando tiene puesta la camiseta del Tolima deja hasta la última gota de sudor en su defensa.
Christian, como cualquier otro jugador también se cansa, tanto física como mentalmente. Necesita que alguien le ayude a cumplir su objetivo durante los 90 minutos, porque así quiera hacerlo no podrá conducir al grupo a un ritmo vertiginoso, como nos tenía muy bien acostumbrados.
En los inicios del año anterior, su 'llave' en el campo fue el experimentado Elkin Murillo, con el que supo entenderse de buena manera en la mayoría de cotejos que disputó el elenco de la 'Tierra Firme'. Durante el 2010 estuvo tras la huella de la exquisita pegada de Rodrigo Marangoni, pero no por ello dejó de aportar su talento y de ser importante con sus anotaciones.
Por la forma en que se entrega Marrugo en la cancha se podrían inferir dos realidades: La primera, es que pide a gritos una nueva oportunidad en el 'tricolor' nacional, tras un largo periodo de ayuno, en el que el seleccionador José Pékerman lo ha ignorado por completo.
La segunda, 100 por ciento real, es que se le notan las ganas de irse rápido del onceno de Ibagué. Pero ojo, no se confundan, por que él, a diferencia de su colega Gustavo Bolívar, sabe bien lo que tiene que hacer para irse con la frente en alto de la Capital Musical.
Porque si algo no podrán desconocer del '17' es su espíritu ganador y que le duele cuando no consigue lo que quiere. Por eso corre más que sus compañeros, pelea cada balón con fiereza y es generoso para con la divisa. Por ello es justo que tome nuevos rumbos para su carrera y la oxigene tras un lustro en el 'Vinotinto'.
Nuestro deseo, conscientes que su magia se extingue lentamente con el paso de los años, es que triunfe en otro balompié. A sus 27 años ya se ganó ese derecho y no podemos ser egoístas con quien ha dado lo mejor de sí por esta camiseta.