Por: Mario Alejandro Rodríguez ([email protected])
El corazón del hincha del Deportes Tolima sin duda es el más fuerte que el de todos los demás aficionados que siguen el fútbol profesional colombiano. Maltrecho por su propia historia, parece no cansarse de recibir decepciones múltiples, que lo dejan al borde de la 'lona' sin reacción, moribundo, a merced de la estocada final. Pero cuando cree no resistir más dolor, se levanta empujado por un último bombeo de sangre y continúa su lucha, con la esperanza de que sus fuerzas le permitan seguir latiendo.
La de la noche del miércoles fue una nueva puñalada a ese corazón, al nuestro, que agoniza entre ilusiones rotas y amores platónicos. El equipo que fue inmensamente superior durante las 18 fechas de la fase regular de la Liga Postobón 1 2012 y paseó su efectivo sistema de juego por las canchas del país, lo que lo convirtió en el mejor visitante del torneo; con el paraguayo Robin Ramírez como uno de los goleadores con 11 conquistas; y que en los cuadrangulares venía de imponer condiciones frente a un 'coloso' como el Deportivo Cali de Faryd Mondragón, tanto en el 'Pascual' como en Ibagué, encontró a un nuevo verdugo: un técnico tolimense que con trabajo y honestidad se encargó de amargarle el sueño a su 'maestro', ese que le ha dado su vida entera al equipo de su tierra.
El Deportivo Pasto de Flabio Torres puso en evidencia los errores defensivos que en los últimos años han pasado una cruel cuenta de cobro al equipo de la 'Tierra Firme', y también, a los hombres que no tuvieron la capacidad mental de entender que en la tierra del Galeras no sólo estaban en disputa los tres puntos, sino el trabajo mancomunado de todo un semestre.
Aunque el gol de Christian Marrugo hizo creer que en este torneo la consagración a la regularidad llegaría de la forma más deseada, el rival sepultó con tres 'palazos' las ilusiones de todo un pueblo, ante la pobre respuesta física del visitante y su inseguridad en el manejo del balón. Así como aconteció en Ibagué en la segunda fecha, el 'tricolor' tuvo más cerebro para manejar los hilos del juego y hacer su trabajo de forma eficaz, ordenada, con el liderazgo de aquel que alguna vez vistió la casaca tolimense: Gilberto 'Alcatraz' García.
De nuevo faltó lo indispensable para obtener la gloria. Ese impulso mental y deportivo que fuera suficiente para callar la 'mufa' de todo un país, que tras las constantes caídas dejó de valorar con lo debido al elenco que durante cuatro años consecutivos dio muestra de competitividad y entrega. Y no nos referimos a la suerte, sino a una mayor convicción de que los sueños se pueden alcanzar con concentración y amor propio; no sólo a lo que es en sí es el futbolista profesional, sino a lo que representa con la labor que realiza en el campo de juego.
Al Deportes Tolima del incansable 'Cacique' hay que reconocerle que afrontó con entereza una serie de situaciones adversas, que influyeron notablemente en su curva competitiva. La misteriosa salida del P.F. Esteban Gesto, ante de iniciar los cuadrangulares, la expulsiones de Silva, Arrechea y Bernal, al igual que las lesiones de los dos 'Hurtado', Julián y Jhon, más las sanciones ridículas a Camargo y Salazar, conjugaron para complicar el panorama, cuando la luz de la segunda estrella resplandecía por entre las montañas de las adversidades.
Además, es justo ponderar que el 'profe' le devolvió la confianza a un grupo reventado tras la salida de Hernán Torres y por el que pocos apostaban antes del 27 de enero, cuando en Tunja comenzó una nueva aventura. Aparte de ello, Bernal supo resistir la mala atmósfera que se generó antes del encuentro frente al Atlético Nacional en Medellín, cuando muchos lo sentenciaron, pero él respondió con una monumental victoria, que fue el motor de arranque hacia el liderato absoluto, logrado con dos fechas de antelación al final de la primera fase.
Con todo y ello, los números horrorizan cada vez más, en vez de generar sensaciones contrarias. De 14 semifinales en los torneos cortos, sólo en tres el 'Vinotinto' llegó a la disputa del título y en una vio realizado su objetivo. El sistema del torneo, injusto para muchos, emocionante para otros y mediocre para el resto, fue mezquino con la regularidad del mejor del 'todos contra todos' y lo puso en el mismo escalón que el sexto clasificado, que aseguró su cupo en el último segundo y se vistió con la armadura de un verdadero campeón, en la instancia más decisoria.
¡Como duele! En verdad, como nos duele todo esto. Pero confiamos ciegamente que el fútbol sabrá darnos una nueva oportunidad, una especie de revancha ante el fracaso para curar nuestras heridas y sacar a flote nuestro corazón, empañado de orgullo por el representativo de nuestra tierra.