Desde tempranas horas de la tarde, las filas para ingresar a las tribunas del Manuel Murillo Toro eran extensas. La falta de orden por parte de la Policía Nacional fue más que evidente.
Redacción "El Rincón del Vinotinto"
Parece que el tiempo si pesó a la hora de organizar la Gran Final entre Deportes Tolima y Once Caldas. Después de cuatro años sin presenciar la máxima instancia en la ´ciudad Musical´, la desorganización fue evidente en la venta de la boletería y el ingreso de los espectadores al estadio Manuel Murillo Toro.
Desde tempranas horas de la tarde del miércoles, las filas para entrar al máximo escenario de los tolimenses fueron interminables. La gente no quiso perderse el duelo entre ´Pijaos´ y ´albos´ y por ello concurrió rápidamente al escenario deportivo, que tuvo una capacidad aproximada de 26 mil personas.
Sin embargo, la mala disposición policial hizo que este hecho rutinario se convirtiera en una odisea para los hinchas del ´Vinotinto´. El primer anillo, ubicado en los alrededores del estadio fue inútil, porque éste fue roto por la misma autoridad e irrespetado por algunos fanáticos.
Así, los espectadores que arribaron por un buen lugar desde la mañana tuvieron que soportar el clima cálido y los desórdenes presentados en cada una de las localidades, resignando la opción de ser privilegiados en las graderías.
Por su parte, la apertura de las puertas en las tribunas populares tuvo serios retrasos que acumularon los inconvenientes con los seguidores. La hora pactada era las 2 pm. , pero sólo hora y media después se habilitaron para el ingreso de personas.
Los problemas en la logística del evento venían desde el martes anterior, cuando las dificultades para poner en circulación la boletería y la determinación del aforo real del ´Murillo´ (al final 22 mil asientos) hicieron que sólo hasta las 5 pm. iniciara oficialmente la venta de tiquetes.
La reventa de localidades, como sucede en esta clase de espectáculos también se robó el ´show´ en este proceso. Un sobrecosto en las calles de casi el 50% tuvieron que pagar algunos seguidores del Tolima para obtener la entrada sin contratiempos.
Asimismo, actos vandálicos irrumpieron la tranquilidad en los puntos de Drogas Copifam ese día, debido al desespero de los hinchas por conseguir una boleta. Esto dejó mucho que desear de la organización dispuesta para la Final, que al igual que en 2006 tuvo fallas considerables en el trato a los asistentes.
Parece que el tiempo si pesó a la hora de organizar la Gran Final entre Deportes Tolima y Once Caldas. Después de cuatro años sin presenciar la máxima instancia en la ´ciudad Musical´, la desorganización fue evidente en la venta de la boletería y el ingreso de los espectadores al estadio Manuel Murillo Toro.
Desde tempranas horas de la tarde del miércoles, las filas para entrar al máximo escenario de los tolimenses fueron interminables. La gente no quiso perderse el duelo entre ´Pijaos´ y ´albos´ y por ello concurrió rápidamente al escenario deportivo, que tuvo una capacidad aproximada de 26 mil personas.
Sin embargo, la mala disposición policial hizo que este hecho rutinario se convirtiera en una odisea para los hinchas del ´Vinotinto´. El primer anillo, ubicado en los alrededores del estadio fue inútil, porque éste fue roto por la misma autoridad e irrespetado por algunos fanáticos.
Así, los espectadores que arribaron por un buen lugar desde la mañana tuvieron que soportar el clima cálido y los desórdenes presentados en cada una de las localidades, resignando la opción de ser privilegiados en las graderías.
Por su parte, la apertura de las puertas en las tribunas populares tuvo serios retrasos que acumularon los inconvenientes con los seguidores. La hora pactada era las 2 pm. , pero sólo hora y media después se habilitaron para el ingreso de personas.
Los problemas en la logística del evento venían desde el martes anterior, cuando las dificultades para poner en circulación la boletería y la determinación del aforo real del ´Murillo´ (al final 22 mil asientos) hicieron que sólo hasta las 5 pm. iniciara oficialmente la venta de tiquetes.
La reventa de localidades, como sucede en esta clase de espectáculos también se robó el ´show´ en este proceso. Un sobrecosto en las calles de casi el 50% tuvieron que pagar algunos seguidores del Tolima para obtener la entrada sin contratiempos.
Asimismo, actos vandálicos irrumpieron la tranquilidad en los puntos de Drogas Copifam ese día, debido al desespero de los hinchas por conseguir una boleta. Esto dejó mucho que desear de la organización dispuesta para la Final, que al igual que en 2006 tuvo fallas considerables en el trato a los asistentes.